La protección social para las y los trabajadores rurales “sigue siendo un sueño”, según un informe presentado en Ginebra por la agencia laboral de la ONU la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que presentó en Ginebra en el que calificó como “un sueño” la protección social a los trabajadores rurales en todo el mundo.
Esto es de particular preocupación para quienes se encuentran en condiciones de trabajo precarias, incluidos los empleados informales, los ocasionales, los temporales, los subcontratados y los jornaleros, que constituyen la gran mayoría de la mano de obra en las plantaciones agrícolas, según establece el estudio Déficit de trabajo decente entre los trabajadores rurales.
TRABAJO INFANTIL Y TRABAJO FORZOSO
Basado en 16 estudios de caso que cubren 15 países en África, Asia, Asia Central, Europa y América Latina, la publicación muestra que las condiciones de trabajo deficitarias se encuentran en todos los sectores y en relación con cada elemento sustantivo cubierto por el marco de los indicadores de trabajo decente de la OIT.
El marco Revela que el trabajo infantil forzoso así como la servidumbre por deudas, siguen siendo una realidad para muchas personas en el mundo.
Hasta el 95% de los niños que realizan trabajos peligrosos están empleados en la agricultura, especialmente en los sectores del cacao, el aceite de palma y el tabaco.
Y el trabajo forzoso está vinculado de muchas formas a la dependencia que los trabajadores tienen de los empleadores.
“Muchos de estos trabajadores son jóvenes y abandonaron la escuela a una edad temprana con poca o ninguna capacitación. La transición de la educación al empleo remunerado es difícil o imposible, para muchos jóvenes en las zonas rurales”, dijo Maria Helena André, experta de la OIT en el prólogo del informe.
Alrededor del 80% de los pobres del mundo viven en áreas rurales, muchos de los cuales enfrentan graves déficits de trabajo decente, que incluyen seguridad inadecuada, bajos salarios, falta de estabilidad y seguridad, y horas de trabajo excesivas. Las mujeres y los trabajadores jóvenes siguen siendo los más afectados.
Las mujeres suelen ser las más afectadasEl informe revela que las mujeres están desproporcionadamente representadas en los puestos más precarios; tienen que aceptar trabajos mal pagados y poco calificados, sufrir enormes diferencias salariales de género y son más propensas al acoso y abuso en el lugar de trabajo en comparación con los trabajadores varones.
El informe también describe la exposición a sustancias químicas como un riesgo grave para la salud y otros riesgos para los trabajadores agrícolas, en particular para los niños y las mujeres embarazadas y lactantes.
“La mayoría de los trabajadores rurales operan en la economía informal, que incluye una gran proporción de mujeres, quienes se emplean como cuidadoras no remuneradas y que no tienen acceso a la licencia de maternidad y otras protecciones esenciales”, explicó la OIT.
Recomendaciones
Los trabajadores de las zonas rurales tienen muchas aspiraciones; sin embargo realizarlas es “un desafío tremendo” para ellas, señala el informe.
Para abordar los déficits de trabajo, la OIT plantea una serie de recomendaciones, entre las que destacan el fortalecimiento de la administración laboral en las economías rurales, la formalización de empresas informales y los contratos laborales.
También pide mejorar la presencia y la capacidad en las economías rurales de los sindicatos y otras organizaciones de trabajadores de base y la ratificación y adhesión a las normas pertinentes, convenios de la OIT y otras normas internacionales del trabajo
El estudio aboga por la integración de los sectores económicos rurales en el diálogo social formal e institucionalizado, además de fortalecer la preparación para crisis y la protección social en la economía rural.
Finalmente, enfatiza la necesidad de más investigación y análisis de políticas para comprender mejor y responder a las necesidades y expectativas de los trabajadores rurales.
“Las políticas económicas, de desarrollo, comercio e inversión, empleo y protección social de los países deben volverse más ambiciosas, al igual que sus marcos para una transición justa hacia una economía más verde y sus sistemas de información del mercado laboral”, subraya el estudio.