El dolor nos transforma…

Por Adela Ramírez

En medio del dolor, con los sentimientos a flor de piel, con lágrimas en los ojos, impedimentos físicos, enfermedades, preocupaciones económicas; las personas más creativas y resilientes han transformado sus noches más oscuras en auténticas obras de arte que además de brindarles la oportunidad de hacer catártico el momento inspiran, confortan y dan esperanza incluso a nuevas generaciones.

Las pérdidas, la tristeza y el dolor nos envuelven con tanta pasión que nos recuerdan que estamos vivos y que a veces caminar por túneles desconocidos también son procesos de aprendizaje que dan resultados inimaginables.

A veces es la muerte la que se atraviesa en medio de una historia de amor…

La  tuberculosis le robo la vida pero, antes el compositor cubano Pedro Junco se dio a la tarea de escribir una de las canciones más populares del repertorio latinoamericano. Se trata de una auténtica leyenda de amor muy dolorosa y paradójicamente inmortal.

En Pinar del Río, Cuba, con tan solo 23 años Junco se enamoró de María Victoria Mora, en una fiesta. Fue amor a primera vista, pero su romance era un secreto. María, era una joven que pertenecía a la alta sociedad cubana y Pedro fue un bohemio con fama de seductor que lo mismo se enamoró de una artista de circo que de una monja. El padre de ella, prohibió su relación con el compositor sin embargo, ellos siguieron con su noviazgo a escondidas.

La relación de los jóvenes, tuvo un trágico final. Pedro, presentó una tos incontrolable y su familia lo llevó al hospital, el diagnóstico: tuberculosis. En aquel entonces era una sentencia de muerte, se trataba de una enfermedad incurable.

En medio del dolor y las complicaciones propias del padecimiento, Pedro pensó en despedirse de su amada con una canción y así nació NOSOTROS.

El cubano, le pidió a su amigo Tony Chiroldes que interpretara su obra para que su amada María Victoria pudiera escucharla a través de las «ondas hertzianas«, en la radio la canción se convirtió en un éxito inmediato, fue un momento muy alegre para el autor sin embargo, tras pocos días los síntomas de su enfermedad aumentaron y él perdió la vida.

El 25 de abril de 1943 murió el joven compositor Pedro Junco, al día siguiente en el cementerio María Victoria se presentó con el alma destrozada y en silencio despidió al gran amor de su vida, mientras los asistentes coreaban NOSOTROS.

La música y el amor se complementan son inseparables y NOSOTROS, es una canción que ha prevalecido porque el amor no muere.

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Miedo de perder y deseo de besar…

Otra canción que conmovió al mundo entero y se convirtió en una melodía de esperanza, en medio de la Segunda Guerra Mundial fue escrita por una joven que tocaba el piano clásico desde los 4 años.

El tema, habla de una adolescente de tan solo 16 años que suplicaba que la besaran y su miedo por ya no tener a su amado “perderte después”; la canción relata su necesidad por tenerlo cerca; la desesperación de tener una “última vez” para verse en sus ojos; con la incertidumbre de saber si al otro día estarían separados “muy lejos de ti”.

El deseo de conocer el amor y su primer beso, así como un talento innato y la disciplina de 8 horas diarias de estudio a la que se somete una pianista clásica lograron que Consuelo Velázquez dejara al mundo una canción que se volvió épica.

BÉSAME MUCHO, fue inspirada en algunas notas del tema La Maja y El Ruiseñor, de Enrique Granados, y llegó para convertirse en el himno del amor.

En 1996 el tema fue la canción en español más versionada de la historia, para muchos considerada la canción del siglo XX.

La canción BESAME MUCHO fue un éxito rotundo en nuestro país que escaló de la radio al cine con la película del mismo nombre. Esto mismo le permitió emigrar a Estados Unidos de Norteamericana en donde se colocó y mantuvo en 1944, por cerca de 23 semanas, como la canción número uno en el hit parade, volviendo a aparecer en 1949 como uno de los éxitos más grandes a nivel mundial.

Una de las razones por la cual los norteamericanos llegaron a aceptar esta canción mexicana e impulsar su popularidad fue a raíz de la Segunda Guerra Mundial, al ser utilizada como himno de despedida entre las parejas, cuando los soldados partían a la guerra.

La melodía se escuchaba entre las tropas de los soldados estadounidenses pero de los europeos también y se dice que en Londres servía para acallar los fuertes bombardeos de la guerra.

Los acordes de una romántica petición y las partituras de Consuelo Velázquez Torres, oriunda de Ciudad Guzmán, Jalisco, prevalecieron aún en medio de un bélico capítulo de la historia, de despedidas eternas de parejas enamoradas y la desesperanza, porque la música mueve y conmueve.

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Como lo dijo Oscar Wilde, “El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos”.

REDACCIÓN

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