LOS ÁNGELES CALIFORNIA.-Tendayi Achiume es una profesora de derechos humanos en la prestigiosa Universidad de California, Los Ángeles (UCLA). Esta académica mitad zambiana y mitad zimbabuense desempeña un papel clave e independiente dentro del sistema de garantías fundamentales de la ONU como relatora especial sobre las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia.
Durante este año, ha jugado un papel clave en el seguimiento de la Declaración y el Programa de Acción de Durban. El texto se aprobó hace 20 años y busca acabar con la injusticia y la desigualdad racial en todo el mundo, en un momento en que la COVID-19 ha contribuido a exacerbar el discurso del odio, y a fomentar cualquier forma de odio y de miedo.
Noticias ONU conversó con la profesora Achiume y le preguntó qué opinaba sobre las actuales tensiones y dificultades de un mundo sacudido por la pandemia, y sus exacerbados efectos sobre la intolerancia, el racismo y la discriminación racial.
En su último informe a la Asamblea General de la ONU, la académica subraya la importancia histórica de la Declaración de Durban para erradicar definitivamente la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.
Achiume considera que el marco de Durban representa un «instrumento innovador» en materia de los principios de los derechos humanos, cuyas prioridades siguen siendo pertinentes dos décadas después de que los Estados miembros adoptaran por primera vez este programa contra la discriminación en Sudáfrica. La profesora afirma que nadie está libre de los efectos del racismo, aunque éste se manifiesta de formas diferentes en cada sociedad.
Racismo y COVID-19
Si echamos la vista atrás a los 18 meses transcurridos desde que la COVID-19 comenzó a azotar el planeta, Achiume destacó como principal acontecimiento los levantamientos internacionales por la justicia racial de los que fue testigo el mundo en 2020, comenzando por el asesinato de George Floyd en Minneapolis. Del mismo modo, considera que se trata de un momento decisivo en la lucha mundial contra el racismo sistémico.
La relatora describió las protestas masivas de ese verano como «un periodo de esperanza» y añadió que las manifestaciones por la justicia racial podrían desencadenar en «voluntad política, un impulso entre los Estados miembros de la ONU de tomarse muy en serio algunas de las quejas que hay en todo el mundo».
Pese a estas manifestaciones masivas de solidaridad, Achiume expuso su preocupación por las persistentes formas de racismo estructural y de xenofobia.
Explicó que durante la pandemia la desigualdad se manifestó en los desafíos que afectaron mayoritariamente a las minorías raciales, étnicas y nacionales o a los grupos marginados, que no contaron con el mismo acceso a la atención sanitaria durante la mayor crisis sanitaria mundial de nuestro tiempo.
«A nivel transnacional, lo que la gente ha descrito como apartheid de las vacunas, la asignación del acceso a las vacunas es totalmente diferente dependiendo de si estás en el Norte o en el Sur Global», dijo Achiume.
La relatora especial dijo que hay señales de esperanza en un futuro sin odio racial, pero reconoció que la situación actual del racismo es muy compleja.
Falta establecer un diálogo mundial
Uno de los retos que se planteó al asumir su mandato es el de enfrentarse a las diferentes formas de racismo en cada país.
«La forma en que aparece el racismo en Estados Unidos es muy diferente a la de Singapur, el Reino Unido, Marruecos o en cualquier otro lugar», explicó. «Eso no quiere decir que no haya discriminación o intolerancia, pero la forma en que funciona y se manifiesta es totalmente diferente«.
Achiume explicó a Noticias ONU que los recientes acontecimientos han permitido unificar el diálogo internacional sobre las cuestiones relacionadas con el racismo.
«Una cosa que ha cambiado desde la última vez que hablamos, y lo mencioné después del asesinato de George Floyd, ha sido la forma de pensar y de hablar sobre el racismo y, en algunos lugares, incluso sobre la xenofobia», dijo, reconociendo que personas «de todas las razas, etnias y géneros salieron a la calle», exigiendo justicia por el asesinato de George Floyd en Estados Unidos y en otros lugares.
La experta de la ONU también destacó el gran daño que causa la discriminación al señalar que «no hay nadie a quien no le afecte el racismo, la xenofobia y todas estas estructuras».
Un rumbo imprevisto
La trayectoria de Achiume, desde su nacimiento en un pequeño pueblo de Zambia hasta la docencia a nivel universitario y la defensa de la igualdad racial, no se basó en el cálculo premeditado.
«Pasé la mayor parte de mi vida pensando que sería médico, ingeniero o algo parecido. Siempre me han interesado los seres humanos y hacer del mundo un lugar más agradable para vivir para todos», señaló.
«Creo que fue en mi época universitaria cuando asistí a una clase sobre derecho y política de desarrollo, que realmente me fascinó y vi el derecho como una herramienta para el cambio social», añadió.
«En aquel momento, el contexto de los derechos humanos me pareció el más atractivo para comprender el sufrimiento humano y luchar contra él», continuó.
Racismo y tecnología emergente
Mientras la pandemia obligaba a millones de personas a quedarse en casa y a navegar por Internet, Achiume estudió la relación entre las nuevas tecnologías digitales y la discriminación racial.
Dijo que, aunque hay científicos sociales que estudian las repercusiones racistas y xenófobas de las nuevas tecnologías digitales, el discurso de los derechos humanos en torno a ellas no está al mismo nivel.
Uno de los aspectos de su investigación es la tecnología de reconocimiento facial y la capacidad de los dispositivos para reconocer más fácilmente ciertos rasgos físicos sobre otros.
«Los estudios nos muestran que las principales tecnologías tienen una capacidad de reconocimiento de los rostros negros y morenos o de las mujeres muy inferior a la de los rostros masculinos blancos», dijo.
Esto motivó a Achiume a profundizar en la cuestión para asegurarse de que, cuando pensamos en la forma en que los derechos humanos se aplican a las nuevas tecnologías digitales, no sólo pensamos en la privacidad o la libertad de expresión, sino también en la igualdad de acceso para las personas de todas las razas y expresiones de género.
«Igualmente importante, y quizás desde mi punto de vista, aún más importante, es la igualdad y la no discriminación y la forma en que estas tecnologías están avanzando».