Por Jorge Marcelino Alejo
La ciencia médica y la industria farmacéutica, están apuradas para pronto lanzar al mercado la vacuna contra el Covid-19.
Ese antídoto será tan efectivo que librará del virus a los afectados. Y por supuesto, el laboratorio y la eminencia médica que lo proporcione, recogerá las ganancias de lo que viene a ser la industria de la medicina, en el entendido de que todo negocio debe dejar una sana utilidad económica. Vaya, digámoslo así, será la justa retribución al trabajo médico-científico.
Pero en tanto llega esa vacuna, no se olvide que el desempleo se agravó con el Covid-19, y ahora reclama también una vacuna especial e igual de efectiva. Es apremiante. Más cuando se advierte que irá en aumento. Está reciente el despido de burócratas del Gobierno Federal, lo mismo la pérdida de más de 346 mil empleos en las primeras tres semanas de la crisis sanitaria. O sea, se incrementará la desocupación por el recorte de más personal en empresas, incluidas las que cerrarán sus puertas.
Lugar aparte tiene el desempleo en el medio rural, que se complicó desde que los últimos sexenios lo marginaron de programas y recursos. Y eso sin sumarle los 200 mil emigrantes mexicanos desempleados en Estados Unidos, que ojalá no regresen. No por ahora.
Se tienen otros problemas que igual se acentuaron con la presencia del virus, en sectores como salud, educación y la inseguridad que prevalece, pero desde mi torre de marfil, se advierte que el desempleo merece mayor atención como soporte para encausar la reactivación económica, que obviamente ahora es de las prioridades.
Estamos lejos de externar que el Covid19 sea una desgraciada calamidad, o que se le considere un bendito virus que vino a corregir rumbos y acciones para que la humanidad viva mejor. Pero sí nos atrevemos a señalar, que si algo pudiera dejarnos a cambio de sus daños, es que el mismo virus sea una vacuna para exterminar vicios y corruptelas, que a lo largo de décadas, han impedido alcanzar el pleno empleo que necesita la fuerza laboral del país.
M E M O R A N D U M
MILLONES
El sismo de septiembre 2017 dejó sin servicio al Hospital General 36 San Alejandro de Puebla, del Instituto Mexicano del Seguro Social. El Covid19 bien pudo marcar su retorno a la atención médica de quienes lamentablemente fueron afectados, además de los miles de poblanos que atendía.
Directivos del IMSS tomaron decisiones y compraron en cientos de millones inmueble abandonado y en obra negra en Cholula, donde se erguiría el nuevo hospital, pero el proyecto se desechó. El Gobierno de AMLO destinó miles de millones de pesos para demoler San Alejandro y construir otro nuevo en el mismo espacio. La tarea se encomendó a personal Militar tras ignorar a empresas constructoras poblanas que pedían participación.
El angustioso suspiro de una anciana, que debía ir al Hospital de La Margarita del IMSS a que le practicaran un electrocardiograma, nos recuerda que los servicios que prestaba el San Alejandro, se distribuyeron en otras clínicas del IMSS.
Y también obliga a preguntar ¿Cuántos años más, o cuántos miles de millones de pesos faltan, para que vuelva a dar servicio el San Alejandro?
joma61@hotmail.com